UNA LITERATURA PROPIA [Carlos M. Sotomayor aborda ‘Esta bruma insensata’]

pierre huyghe en MalbaCARLOS M. SOTOMAYOR. [diario LA MULA, Perú] Confesió mi debilidad por las novelas que tienen algún personaje escritor y que de alguna manera ahondan en el trabajo literario. En ese sentido, el español Enrique Vila Matas es, sin duda, un autor al que sigo de manera atenta y entusiasta. Desde la primera vez que lo leí, hace un buen puñado de años, siguiendo la recomendación de algún amigo (podría ser Iván Thays, podría ser Lucho Zúñiga: la memoria se vuelve un tanto brumosa a veces).

Mi primera aproximación a la obra de Vila Matas se dio con El mal de Montano –novela con la que ganó el Premio Herralde 2002–, una novela no solo con personajes escritores, sino que reflexiona sobre la escritura y lo que el narrador llama “el mal de Montano”, es decir, estar enfermo de literatura. Terminé las últimas páginas del libro no solo convencido de mi propio diagnóstico sino que descubrí cierta filiación con la estética propuesta por este escritor catalán de sombrero y abrigo largo. Evidentemente, vendrían otros tantos libros de su autoría.

Esta bruma insensata  (Seix Barral, 2019), la más reciente novela de Vila Matas, cayó no hace mucho en mi mesa de noche, y en pocos días ya me encontraba, absorto, en medio de sus brumosas y cautivantes páginas. La novela nos presenta a dos personajes, dos hermanos: Simon y Rainer Schneider. Por lo que sabemos rápidamente, al leer las primeras páginas, Simon se dedica a ser un “hokusai”: a buenas cuentas, alguien que recopila citas y se las da a los escritores que lo contratan para ese fin. Uno de esos escritores, quizás su cliente más importante, es precisamente su hermano, convertido en un autor exitoso y al mismo tiempo de culto, en el sentido de moverse bajo el enigma del ocultamiento (al estilo de autores como Pynchon) y que se hace llamar Gran Bros.

Simon, quien es el narrador de la novela, vive en su ciudad, Cadaqués (en una casa, al borde de un acantilado, a las afueras de la ciudad), mientras que su hermano, Gran Bros, reside en Nueva York, donde ha edificado una obra exitosa tanto en lectores como en críticos. No se han visto en años y los une apenas la relación laboral en la que, vía mail, su hermano le pasa las citas de autores que requiere para “engordar” sus novelas. Lo interesante del asunto es que Simón no solo le envía aquellas citas, sino que le sugiere por dónde y cómo debería enfocar la novela. Lo que finalmente sucede, a pesar de la parquedad con la que Bros responde los correos de su hermano. Más adelante nos enteraremos gracias a quien las acertadas sugerencias de Simon llegan a plasmarse (spoiler a raya).

La novela se va construyendo en gran medida a partir de las comunicaciones que entabla Simon con su hermano y las reflexiones que realiza en torno a la escritura (recordemos que una de las marcas de Vila Matas es la presencia de elementos ensayísticos, por decirlo de alguna manera, dentro de sus ficciones. La trama nos conduce a un encuentro final entre ambos hermanos, propiciado por Bros. ¿Por qué? ¿Qué sucederá en aquel encuentro en Barcelona? Lo descubrirán cuando lean la novela. Lo que sí puedo decirles es que, justamente hablando de la ficción, existe un diálogo entre los hermanos que llamó mi atención porque tiene relación con una discusión reciente respecto a la llamada “autoficción”. Bros le dice que la no ficción está “dejando obsoletos los modos tradicionales de creación”. A lo que Simon retruca, entres otras cosas (lo piensa como una “imbecilidad”), que “cualquier versión narrativa de una historia real era siempre una forma de ficción. Desde el momento en que ordenaba el mundo con palabras, se modificaba la naturaleza del mundo…” (p. 252).

Según mi parecer, y en esto coindicen varios críticos, Vila Matas ha logrado construir un estilo, un universo particular, una literatura propia. A pesar, claro, que en cada libro busque no repetirse. Y, por suerte, el autor tiene un gran tramo de vida por delante para seguir sorprendiéndonos con nuevos libros, nuevas exploraciones. Novelas como Esta bruma insensata estimulan a seguir leyéndolo, a futuro /y también, claro, como en mi caso, a segur buscando algunos pendientes dentro de su ya amplia obra literaria. Es el mal de Montano, y uno no puede parar. No quiere parar.

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