RECUERDOS [1]

DpxeyvoU0AE674bLa idea inicial de Historia abreviada de la literatura portátil creo que proviene de una exposición sobre machines célibataires (según la expresión de Duchamp) que vi en 1983 en el Grand Palais de París. Ya el mismo título de aquella muestra me intrigó mucho, no sabía que se podían montar exposiciones sobre máquinas solteras. Yo era ya por aquel entonces un admirador de la novela Locus Solus, de Roussel, y ver allí expuestas sus máquinas inventadas, me conmocionó. Y aún más verlas al lado de las máquinas de Kafka (la de la Colonia Penitenciaria, por ejemplo) o de Duchamp. Me gustaba, por otra parte, el concepto mismo de machine célibataire, con el que me identificaba plenamente.  Al volver a Barcelona, escribí un artículo sobre máquinas célibes, un artículo disparatado que publiqué en La Vanguardia y que a la larga fue el origen de mi libro sobre la conjura shandy. Historia abreviada se publicó en 1985 en España y fue mal recibido allí, porque triunfaba en narrativa una corriente que ellos llamaban “anti-experimentalista”, una corriente contra “los excesos vanguardísticos de la década de los años 70”. Pero en México se escribieron sobre el libro 27 reseñas en menos de veinte días, y en Francia y en Italia encantó. Algo se había puesto en marcha. También en Suecia porque el libro originó la creación de Ankan (salieron dos números) que se autodenominaba “la primera revista shandy de Europa”.  En fin, que empezaron a pasarme cosas. Un crítico argentino, por ejemplo, dijo que yo había escrito una “ficción radical”. Y yo no tenía ni idea de haber hecho algo así, sólo sabía que me dedicaba al arte de la ficción, pero eso de “radical” no sabía qué diablos quería decir. ¿Acaso Nabokov no había dicho que “la ficción es ficción”, una frase que me recordaba a Oscar Wilde en Salomé: “La luna es la luna, y basta”?

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