Vi ayer, debajo mismo de casa, a una buena mujer que les hablaba en italiano a los pájaros. ¿Por qué hacía eso? Hay muchos universos extraños alrededor de uno. De Los pájaros, el mítico film de 1963 de Hitchcock, todavía espero que alguien me explique por qué los pájaros atacan a los seres humanos. Este verano en Gijón vi cómo las gaviotas atacaban a los clientes en las terrazas de las bares, pero la explicación de su comportamiento era sencilla: han perdido el miedo y prefieren la comida de los humanos.
Ahora bien, donde nunca estuvo claro por qué los pájaros atacaban es en el film de Hitchcock, el único de los suyos en el que el misterio no se desvela al final.
–¿Por qué hacen eso? –seguimos preguntándonos hoy cuando vemos Los pájaros.
Francisco González Fernández (París 1964), catedrático de filología francesa de la universidad de Oviedo, ha investigado a fondo el enigma. Y sus imaginativas pero también científicas explicaciones las encontrará el lector en ¿Por qué hacen eso? (KRK, 2023): un libro surgido de, cuando sesenta años antes, en la promoción de Los pájaros, Hitchcock, monarca del marketing en su época, estimuló la curiosidad del público diciendo que había una “amenaza aterradora acechando justo debajo de la conmoción creada por las agresivas aves. Cuando la descubras, tu placer se verá más que duplicado”
¿Una artimaña para que el espectador creyera que se puede aclarar el ambiguo enigma de Los pájaros? Avanzo aquí una pista que no hará más que suspendernos en el bamboleo de un trapecio que habrá de acercarnos y alejarnos a la vez de cualquier explicación final fiable: Slavoj Žižek dijo que “las aves en la película son como la plaga en la Tebas de Edipo: encarnan el desorden fundamental de nuestras relaciones familiares”.
Súbitamente, a través de estas líneas (bueno, quizás no exista lo súbito, viene siempre de lejos, aunque creo recordar que para Amelia Gamoneda lo específico de la idea súbita es precisamente ocultar a la conciencia el trayecto de su advenimiento), he visto aparecer la sombra de la amenaza aterradora que nos acecha. Y he pensado en las imágenes de Trump reunido con el asesino de Khashoggi y exculpándolo.
–¿Por qué hacen eso?
Son imágenes que me recuerdan cuando en la infancia espiaba las palabras que los adultos intercambiaban entre ellos y no entendía nada, menos aún el sentido de sus acciones y decisiones. Lo cierto es que se ha llenado el mundo de unos pájaros impresentables, de adultos pésimos que parecen sólo expertos en crear estupor.
Últimamente oigo la pregunta por todos lados, es el signo de los tiempos. Y también la prueba de que las gaviotas y otros pajarracos han ido ocultando a nuestras conciencias el siniestro trayecto que ha precedido a su llegada. Y ahora aquí están. Y la sensación, nada vaga, es de vértigo. Nos vemos obligados a vigilar inquietos cualquier matiz violento en sus estúpidas voces. Que Hitchcock nos ampare.