[El Cultural, Viernes 28/ 11/ 2025]
¿Novelas sobre Barcelona? ¿Cómo decirlo? Tal vez me alcance con este verso de Mallarmé: “Nada habrá tenido lugar salvo el lugar”.

De esa ciudad, en 1932, se ocupó a fondo, como nunca antes se había visto, Josep María de Sagarra en su novela Vida privada. Le dio al lugar una indestructible categoría literaria, al tiempo que creaba un terremoto que golpeó de lleno a la aristocracia catalana: una sacudida similar a la que en el Nueva York de los 70 ocasionó la aparición de Plegarias atendidas, de Truman Capote.
Si trato de imaginar qué pudo suceder para que hubiera tanto asombro y escándalo, me respondo: Que no había costumbre. Porque la novela de Sagarra fue una inesperada, demoledora crónica social de la Barcelona de principios del siglo pasado. Una crónica, que de pronto situó a la ciudad en el mapa de la más alta literatura europea al narrar la transición de la vieja aristocracia a la hipócrita y tarada alta burguesía.
De hecho, con semejante material, para bien y para mal, Vida privada (*) ha acabado siendo la madre de todas las grandes novelas sobre Barcelona, la que creó el género, incluidos los clichés que todavía están ahí y que han utilizado tantos sucesores de Sagarra. Clichés que a veces vuelven imposible que se detecten, por ejemplo, novelas de nuevo cuño que no nombran a Barcelona, pero que hablan sólo de ella.
Para mí está claro que, noventa y tres años después, el asombro y el escándalo que provocara Vida privada están más que amortiguados, pero sobrevive en cambio, cada día más, la admiración por el extraordinario ejercicio de virtuosismo lingüístico desplegado por el autor acerca de ese lugar en el que, tarde o temprano, nada habrá tenido lugar, salvo el lugar. Lo llamarán Barcelona.
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(original catalán)
Barcino, 2023
(traducción castellana de José Agustín Goytisolo y Manuel Vázquez Montalbán)
Anagrama, 2019