Conceptualmente lo más sugerente que he leído en estos últimos tiempos es este delgado librito (de H & O editores) que reúne Ocho entrevistas inventadas por Enrique Vila-Matas.
Llega este librito ahora muy oportuno. Si se hubiera publicado hace veinte o treinta años, cuando era tan indiscutible la fe en la primera plana del periódico, la desfachatez del autor, descubierta, hubiera sido escandalosa.
Escandalosa, porque en principio cuando una entrevista periodística con una estrella del cine o de la literatura, como las que aquí se reúnen, se publica en una revista o un periódico, se parte del principio, del a priori, de la veracidad de lo que allí se cuenta. Si se conculca ese pacto ya en adelante no es posible recabar la credulidad del lector, ni propiamente la fe en el periodismo.
Teniendo veinte años de edad, y enviado a entrevistar a una estrella anglosajona sin saber palabra de inglés, Enrique Vila-Matas consideró más cómodo y entretenido (y supongo que más creativo) sencillamente inventarse las entrevistas que no había sostenido con Marlon Brando, Rudolf Nureyev, etcétera.Algunas de ellas son deliciosas y, para quien conozca un poco, quien haya leído algunos libros de EVM y reconozca su voz, se superponen, en esta impostura, capas y capas de sentido, y de sentido de la travesura. Valor textual enriquecido por lo que previamente ya sabíamos del personaje entrevistado, y lo que esperábamos de la “entrevista”, más la sorpresa de lo que el personaje dice, cosas basadas en esa realidad ya conocida pero a menudo más ricas y raras; más la capa de saber que todo es un juego o un engaño y el “artista” y su “modelo” son la misma persona.El realismo (falso) del relato altera para siempre la imagen que teníamos de la celebridad, y aunque por norma general la realza, esa alteración luego se siente como una venganza del lector anónimo que uno es, el ciudadano llano que uno es, contra la ofensiva gloria, tan cercana, de las llamadas “estrellas”.Yo detesto las novelas y las series televisivas que mezclando realidad y ficción ponen a hablar, al servicio de los designios del guionista, a personajes de la Historia; salvo en casos excepcionales y breves, como por ejemplo la aparición de Napoleón en el campo de batalla de Guerra y paz. Lo demás es un indecente saqueo y rebajamiento.
Pero no me importa nada cuando lo que se saquea no es a la personalidad o el drama vital de una persona célebre sino su aura mítica, popular y pop, que es la que se refleja en las entrevistas de los actores. Seres espejados, en realidad aquí no se trata de saqueo sino propiamente de relleno, de enriquecimiento. Si el impostor además es EVM, la víctima tiene que estar agradecida de esta que no es desvirtuación sino aumento de ser, y agradecida también por el humor del proceso.