Ciudades hostiles a tu vida personal. [Georg Simmel]

Gustave-Moreau-CavalierLa vida en la pequeña ciudad, tanto en la Antigüedad como en el Medievo, impone al individuo una limitación tal de sus movimientos y de sus relaciones con el exterior, de su independencia y de su diferenciación, en el seno del grupo, que al hombre moderno le haría insoportable la existencia: en nuestros días el citadino, trasplantado a una pequeña ciudad de provincia, sufre una impresión análoga de asfixia. Conforme más restringido es el círculo que conforma nuestro medio, más limitadas son las relaciones exteriores que pueden romperlo, y conforme más el grupo al que pertenecemos vela celosamente sobre el trabajo, la vida y las opiniones del individuo, mayores son los riesgos de que los particularismos cuantitativos y cualitativos rompan la unidad del conjunto. Desde ese punto de vista, la ciudad antigua parece haber poseído todas las características de una ciudad pequeña. Si la vida de Atenas fue a ese grado variada y frenética, si conoció una tal riqueza de coloraciones, se debe tal vez a que un pueblo de carácter extraordinariamente individualista luchó contra la presión constante, tanto interna como externa, de una pequeña ciudad hostil a toda vida personal.

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