HOMENAJE A JORDI MESTRE y su blog PARAGUAS EN LLAMAS.

Tigres de Princenton.

Tigres de Princenton.

En la web de Vila-Matas (Enrique) han realizado un sencillo homenaje «al genial blog PARAGUAS EN LLAMAS, que terminó abruptamente hace unas semanas, por desaparición de Jordi Mestre, su autor. Deseo recomendar -dice VM- los impecables y muchas veces geniales cuentos breves de este amigo al que nunca conocí personalmente. De hecho, nunca tuve noticia cierta de su identidad real y menos aún de su imagen, hasta el día después de su muerte, a través del mail que me envió La Nueva, su mujer (Àngels Pena). Sus cuentos mínimos, tocados d eun humor quizás inglés,  merecerían una antología en alguna editorial independiente. basta adentrarse en el blog para comprobarlo:
JORDI MESTRE

En octubre de 2006, en un artículo de El País, Vila-Matas dedicó estas palabras al blog de Mestre:

Entro con alguna frecuencia en www.miraquehefet.blogspot.com, un dietario digital que escribe un tal Jordi, que aparece en su web con una imagen que no ofrece una pista definitiva sobre él, pues se trata de una foto de cuando era niño y tiene en ella, a causa tal vez de la gorra de marino, la pinta de Pinter cuando le anunciaron que había ganado el Nobel. Acerca de sí mismo indica esto: «¿Datos personales? Básicamente uno: que nunca entiende nada». Por ser yo uno de los que tampoco entiende nunca nada, me atrajo ese dietario, que se llama Paraguas en llamas, pero a veces también Paraguayos en llamas y otras temeridades. Su sentido del humor es británico, con toques a lo Eduardo Mendoza. El blog va encabezado por una adorable cita del Diario de un hombre superfluo de Ivan S. Turguénev: «Ya sé que estos recuerdos no son alegres ni significativos, pero no tengo otros». Esta frase de los recuerdos insustanciales parece toda una declaración de principios de este blog que tiene la virtud de no ser pretencioso y que practica un tipo de prosa ágil y libre. Se diría que el blogista (no le conozco, pero seguro que, si lee esto, no entenderá nada) parece estar invitándonos a quitarle peso a las cosas y pesadez a las ciudades y a los mazacotes del paseo de Gràcia, como si quisiera recordarnos que a veces la levedad es más un valor que un defecto.

Recientemente, este blog de los paraguas en llamas ha revelado un secreto a voces, un secreto precisamente del paseo de Gràcia. Todo empezó cuando hace unos años Jordi creyó ver a Patricia Highsmith en el aeropuerto de Heathrow en Londres. Al contárselo a un amigo, éste le explico que hacía años que había muerto la escritora. En otra ocasión, en el paseo de Gràcia, vio al celebérrimo John Gielgud, ese veterano actor shakesperiano que casi siempre interpretaba el papel de mayordomo en todo tipo de películas. Dejemos que el propio Jordi complete la historia: «No, no os adelantéis a la anécdota: no es que Gielgud estuviera ya muerto. No, qué va. Cuando le vi, aún vivía. Lo curioso del caso es que, al día siguiente, los periódicos publicaron la noticia de su muerte, a miles de kilómetros de Barcelona, tras una larga y penosa enfermedad que le había mantenido postrado en cama desde hacía meses. También de este caso extraje mi conclusión: los viejos actores shakesperianos pasean por el paseo de Gràcia poco antes de morir».

En fin. Todos recordamos a algunos actores shakesperianos a los que se ha visto dar vueltas por el paseo de Gràcia poco antes de morirse. El flagrante caso de George Sanders clama al cielo, por ejemplo. ¿Deberíamos pensar más en los pobres actores shakesperianos que viajan a nuestro paseo y no degradarlo tanto? ¿O más bien está relacionada directamente la degradación del paseo con la famosa presencia ancestral de fantasmas? ¿Era don Santiago Rusinyol un fantasma? ¿No es hora ya de que publiquemos por fin un libro sobre nuestros fantasmas del paseo de Gràcia?

En su dietario, Jordi acaba pidiendo que alguien con más conocimientos y menos indolente que él investigue este tipo de fenómenos raros que siempre ocurren justo a nuestro lado, a veces en el mismísimo paseo de Gràcia. Pues yo le diría que los investigadores de la activa Universidad de Manchester podrían ser los más adecuados para una labor tan fundamental como ésta. No estaría nada mal que nos descubrieran por fin la verdad y sólo la verdad sobre los fantasmas del paseo de Gràcia, y de paso que nos dijeran a qué mazacote tenemos que votar en las próximas elecciones. Aunque ahora que lo recuerdo, decía Rusinyol, don Santiago: «Quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla».

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