Santiago Ortiz Lerín: (La Opinión de Málaga)
Un mes después de las protestas de Mayo del 68 se publicó en Fotogramas la entrevista de una superestrella de Hollywood, Marlon Brando, que fue firmada por Mary Holmes. El actor norteamericano, comprometido con la justicia social, se significó por la paz en tiempos de la atroz guerra de Vietnam. Entonces entró a trabajar en esta revista un joven de apenas veintiún años con un rostro aniñado, y que no sabía hablar inglés. Era quien estaba detrás del seudónimo de Mary Holmes, y quien se inventó la entrevista de Marlon Brando de cabo a rabo por desconocer el idioma del actor. Y es que, no contento con eso, lo volvería hacer siete veces más con personajes de renombre como el célebre bailarín Rudolf Nuréyev, quien tras huir de la URSS encontró en Barcelona una ciudad fascinante, así como un inesperado interés por las corridas de toros en España. Nuréyev provocaría con su entrevista inventada comentarios en una discoteca de la zona alta de Barcelona, la desaparecida Bocaccio, donde uno de los sorprendidos por las declaraciones de Nuréyev fue Terenci Moix, quien le preguntaba a Vázquez Montalbán si había leído las tonterías que decía el bailarín. Y es que el mundo es un pañuelo, y justo al lado, pegando la oreja, estaba un Enrique Vila-Matas que, en realidad, no iba con ellos, pero que su revista le envió para enterarse de lo que pasaba entre los intelectuales. Digamos que al autor de la entrevista, el joven Vila, se le hizo un nudo en la garganta al escuchar a Terenci Moix, que imaginamos una reacción nerviosa mirando a ninguna parte como haciendo ver que no escuchaba y que la cosa no iba con él.
La cuestión es que los escritores no se hacen de la noche a la mañana, y estas entrevistas convirtieron a ese joven de veintiún años en el gran Enrique Vila-Matas que es ahora, uno de los mejores escritores del país. H&O Editores ha apostado por volver a publicar las entrevistas en un pequeño volumen para mostrar los inicios con los que comienza a construirse un escritor de envergadura, que estos fueron los años anteriores a cuando Vila-Matas decidió instalarse en París para convertirse en escritor, cuando conocería a Marguerite Duras para decirle aquello de escribir una novela con la que acabar con todos los lectores que la leyeran. Él vivía en una buhardilla parisina vecino de la autora de ‘El amante’, y que una de las veces que se tropezaron en la escalera ella le preguntó si ya había conseguido matar a todos sus lectores, se lo preguntaría por ser cordial, pues en un primer momento le dijo que eso era un despropósito.
Pero volviendo a las entrevistas creativas, sin duda la más destacada fue la de Marlon Brando, que tal como lo dibujó el autor parecía conferirle un aura más bien quijotesca por sus compromisos políticos y sociales. En estas entrevistas sobrevuela la pasión del escritor por el cine y las opiniones que pone en boca de Juan Antonio Bardem cuando dice que no le gusta el cine de Saura y que todos los caminos en el cine español estaban cerrados, pero sobre todo, una visión que daba sobre la Barcelona de aquella época, que no aceptaba el cine revolucionario, pero que por sus calles se paseaban Rudolf Nuréyev o Anthony Burgess.
Y si tuviésemos que sumar una entrevista más a las ocho que figuran en este libro, inventando una sobre el propio Vila-Matas, por supuesto sería tomando una copa de Cap Corse, como ofrece Marlon Brando en su segundo encuentro al entrevistador, y que le preguntaríamos si no se apuntó en algún momento a una academia de idiomas para aprender a hablar inglés, a lo que, posiblemente, nos respondería, como podemos comprobar en este libro de ‘Ocho entrevistas inventadas’, que aprender esta lengua quizá esté sobrevalorado porque a él nunca le hizo falta aprender inglés.