Elisabetta Rosaspina. Raccontare vuol dire citare (Intervista in Corriere della Sera.

lago Maggiore 042Elisabetta Rosaspina. Raccontare vuol dire citare (Intervista SOBRE ‘QUESTA BRUMA INSENSATA’). Corriere della Sera (Italia). 23/10/2022.

1 El trabajo del escritor y de los que lo rodean, traductores, agentes, editoriales, “negros”, es otra vez al centro de su narración, con un oficio mucho menos habitual: el recolector de citas. El personaje y narrador tiene una cita para cada necesitad. Un verdadero patrimonio literario en su memoria. ¿Como se le ocurrió este detalle? ¿Y son todas citas reales?  ¿O tal vez es un juego con el lector por comprobar sus conocimientos?

 

En Storia abbreviata della letteratura portatile (Universale Economica Feltrinelli), que fue, a finales de la década de los 80, el primero de mis libros que llamó la atención fuera de España, se hablaba de la conjura literaria Shandy (en referencia a Sterne y su Tristram Shandy. En ese libro abundaban ya las citas y casi todo lo que decían los conspiradores eran citas de otros. Nada tan extraño, aunque pueda parecerlo, pues para mí, que me había formado en el arte a través, entre otras cosas, del cine de Godard, era de lo más natural interrumpir la acción, como pasaba en las películas de éste, con carteles que recordaban a los del cine mudo y en los que se incluían frases de Einstein, de Marx, del conde de Lautréamont… A todo esto, un año antes de escribir la Storia abbreviata caí fascinado por un libro del argentino Edgardo Cozarinsky, Vudú Urbano, que era tanto una ficción autobiográfica como un ensayo y un ensayo que era como una narración. Algo un tanto insólito en aquel momento. En el prólogo de ese libro, Susan Sontag comentaba que el derroche de citas le hacía pensar “en aquellos films de Godard que estaban sembrados de citas”. Yo creo que esa frase de Sontag fue definitiva para mí porque, a partir de entonces, “normalicé” ya del todo la relación de mis escritos con la intertextualidad, mi necesidad de contar cualquier reciente suceso de mi vida y conectarlo con un “hecho de cultura”, quizás para que la escena vivida no sólo quedara aislada en el tiempo, sino que, además, respirara mejor al ser narrada. Y también creo que, con todo eso, es casi lógico que acabara creando ese personaje, de oficio tan raro como el narrador, ese “artista citacionista”, ese Simon Schneider, que por una modesta cantidad de dinero provee de citas geniales a su no muy talentoso hermano Rainer (famoso escritor oculto en Nueva York, al estilo de Salinger o de Pynchon). Simon, que se halla sin duda en el centro de Questa bruma insensata, dice sentir “un bisogno assoluto di assorbire, di raccogliere tutte le frasi del mondo, una brama irrefrenabile di divorare tutto ciò che avevo a portata di mano, di impossessarmi di utto quello che, nei momenti prosperi di lettura, mi sembraba potesse essere mio”

2.El tema de la fraternidad y del egoísmo familiar también captura el lector desde el principio de la novela: Gran Bros, el escritor de éxito es un déspota y Simón, el hermano mayor (y mejor), sigue fiel y cooperativo en su sombra. La falta de dinero de Simon, ¿es una explicación suficiente o hay más? ¿Todos los escritores necesitan “hermanos” o colaboradores de esta clase?

No, claro. Pero hay en esa relación entre hermanos Schneider de mi novela el eco de la conocida relación entre Van Gogh y su hermano, el que financiaba sus cuadros. Por eso, como le dije hace poco, a Andrea Bajani, el título que pensé primero para mi novela era La financiación de Van Gogh. Pero, por otra parte, creo que Questa bruma insensata no habría sido la misma de no haber leído, hace muchos años, una novela muy inteligente y quizás algo olvidada de Carmelo Samonà: Fratelli. La historia de una experiencia extrema, el encuentro de dos lenguajes: el articulado y metódico de la «normalidad» y el fragmentario, perentorio, virtualmente ilimitado, de la alienación. El tema central de Fratelli era, creo, la búsqueda del Otro; sin olvidar un cierto sentido del humor que recorría todo el libro. En Questa bruma insensata no falta el humor tampoco, sobre todo cuando se va desvelando que el famoso Rainer, Gran Bros, el muy celebrado autor oculto de Nueva York, le debe todo al genio literario de su humilde hermano. La modestia es clave en el libro. El novelista triunfador es enormemente vanidoso, mientras que su hermano desde la sombra –tan esencial con sus citas que guían, sin que Gran Bros se dé cuenta, la columna vertebral de sus famosas novelas– es un prodigio de humildad. Simon es la voz honrada del “autor estrictamente literario” y, por tanto, invisible que habita en el fondo del triunfador y mediático Rainer, el escritor al que le deslumbran los focos.

3.Hay también una vena de humor surreal o sarcástico en lo que Simón cuenta de sí mismo y de su oficio y, aun mas de los críticos literarios, fuente inagotable de nuevas citas por el: ¿es así? Y, si lo es, ¿hay un mensaje implícito para el mundo literario y editorial?

No, no hay ningún mensaje especial. Se narra simplemente el malhumor que le producen a Simon ciertos críticos que ensalzan a Gran Bros sin preguntarse siquiera si no podría ser que hubiera alguien más detrás de esas novelas que ellos califican de “obras maestras”. Porque Simon está bien seguro de que sus colaboraciones, sus cesiones de citas, constituyen, el imprescindible “suplemento oculto” de la obra de Gran Bros, un suplemento vital, aunque solo sea porque sirve de contrapeso al siempre muy disimulado factor mercantilista que, por imperceptible que sea, Simon sabe que habita en muchas de las ideas de su hermano Rainer, “la estrella neoyorquina escondida”. Y déjeme usted que añada ahora: como escritor, Rainer es un inepto colosal. No así su mujer Dorothy, que es la que capta y descifra para su marido lo que, con ambiciones superiores al simple envío de una cita, remite Simon a Nueva York. Dicho de otro modo: entre Dorothy y Simon le construyen las novelas de éxito al incompetente Gran Bros. Es por eso que, por mucho que pueda parecerlo al principio, no es Gran Bros quien ayuda a su hermano, sino lo contrario.

4. A Rainer le encanta el arte de desaparecer: ¿Y a usted? ¿Qué opina de escritores como Salinger, Pynchon o Elena Ferrante, de artistas como Banksy y de todos los que eludieron y eluden la popularidad?  ¿La fama puede ser muy molesta? ¿O es el precio correcto del éxito?

La literatura, al igual que el acceso a la vida, contiene en sí misma, su propia esencia, que no es otra cosa que la desaparición. Y como yo esto lo veo así, tengo ahora que decirle que comencé a escribir sobre desapariciones el día en que leí un ensayo muy interesante acerca de “la desaparición del sujeto en Occidente”. De hecho, ese tema del ensayo abría mi novela Dottore Pasavento, aunque pronto derivaba mi voz de ensayista en la voz de un narrador que contaba la historia de Pasavento, alguien que en un viaje a Sevilla deseaba desaparecer y pronto descubría lo difícil que le iba a resultar borrarse del mapa. Porque para borrase como hicieron Salinger o Blanchot, o hacen Pynchon o Elena Ferrante, hay que saber borrarse muy a tiempo, al principio de todo, cuando aún nadie te conoce y tienes recursos suficientes para conseguir que nadie sospeche que eres el “famoso escritor desaparecido”. Si cuando escribí mi primer libro, hubiera tenido en cuenta que debía ocultarme desde el principio, mi desaparición habría sido factible y todo habría sido bien distinto para mí, aunque mucho me temo que me habría convertido en una pálida y aburrida planta de interior.

5. ¿Tía Victoria es en realidad su voz, la voz del autor, a propósito del asunto central de Questa bruma?

Es un personaje mucho más inteligente que los dos hermanos juntos. Y no, no es para nada el autor. Tía Victoria es el personaje que nos confirma que los dos hermanos Schneider no son gran cosa. Al autor le divierte crearlos para ridiculizarlos, diría que para mostrar lo superior que es a ellos, aunque también es consciente de que él, en cambio, es muy inferior a lo potencia espiritual que ha sugerido que posee tía Victoria. Releyendo el libro ahora con motivo de su aparición en Italia, me ha parecido ver que el autor también sabe ridiculizarse a sí mismo al obrar así, con tanta superioridad. También él está por debajo de tía Victoria, tal vez porque las mujeres suelen ser más sabias y los hombres tienen un punto infantil casi siempre risible e irremediable.

6.El telón de fondo de la novela es la Catalunya del 2017, la de la revolución por la independencia y de la huida de Puigdemont, la protesta y los helicópteros en el cielo de Barcelona: y, ahora, cinco años después, ¿algo ha evolucionado en los sentimientos de los catalanes a favor o en contra de la independencia?

La novela está deliberadamente estructurada a la manera de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, donde el narrador va por el río Congo al encuentro de Kurtz. En el caso de Simon, va al encuentro de su hermano Rainer, con el que se ha citado en Barcelona en unos días difíciles, dado que coinciden con el punto álgido de la reivindicación de una Republica catalana. Se supone que Simon va a reivindicar una paga mejor para sus citas. Los ruidosos y obsesivos helicópteros le dan a esa doble reivindicación (República catalana y mejor sueldo para Simon) un aire de fin del mundo, un aire a lo Apocalypse now, precisamente la adaptación cinematográfica de la novela de Conrad. Pero obsérvese que el narrador cuenta toda la historia –tanto su encuentro con Rainer como el clima de guerra de la ciudad– desde un estado intermedio entre la vida y la muerte, el llamado Bardo según la tradición tibetana. Es decir, lo cuenta mucho tiempo después de que hubiera ocurrido lo que cuenta, por lo que todo lo que narra ya pasó. Su punto de vista es el más clásico en las novelas, cuenta lo que pasó cuando todo ha pasado ya. No opina ideológicamente sobre lo que pasó –lo ideológico, por cierto, suele ser un gran lastre para cualquier novela que quiera ir más allá de su tiempo– precisamente porque está ya muy lejos en el tiempo, al menos en el tiempo de Simon, el narrador que pasea por el Bardo. Y por eso viene a decir éste al final del libro que cuando observa que ha tenido que escribir sobre un tiempo ya tan caducado, se pregunta si no será que, a lo mejor, como dicen algunos, a la ficción le gusta el pasado y por eso tiende a correr el riesgo de no ser ya sino cosa del pasado, que es lo que solían decir los hegelianos hablando del arte en general y Borges hablando de la lluvia… En fin, que ahora que ya puedo decir que ha pasado mucho tiempo desde que ocurriera lo que en mi libro se cuenta y la toma de distancia con aquello puede empezar a verse con perspectiva, sobre todo si nos situamos en el Bardo, lo que me parece que ocurre es que hay un desengaño general por parte de los independistas puesto que se sienten, con razón, burlados. Su desengaño es consecuencia del engaño que los tres partidos políticos separatistas crearon para arañar sus votos. Se les dijo que Europa les acogería enseguida en la Unión Europea cuando cualquier persona cabal sabía que esto no iba a suceder del modo que se prometía. Se minusvaloró –todavía no sé por qué– la fuerza de un estado como el español, que no es una monja de la Caridad precisamente. El otro día, leí algo que en su momento dijo el gran escritor Rafael Chirbes sobre la actitud de la mitad de los catalanes respecto a lo español: “Me fastidia su extrema sensibilidad ante cualquier comentario poco halagador que reciben de fuera y su ligereza a la hora de descalificar lo ajeno”. Claro que en tiempos de twitter, eso ya es mucho más habitual que antes.

7. El final tiene mucho misterio: ¿Simón también juega a escondidas con el lector? ¿Y cuantos hijos tuvieron los padres Schneider Reus? (si se puede decir…)

Cabe pensar que, con el mucho tiempo que ha pasado, Simón, en el Bardo, ha encontrado ya las palabras que le servirían para completar ese final de frase olvidado y que se pasa toda la novela buscando… En cuanto al número de hijos que tuvieron los padres Schneider Reus, yo diría que sólo uno: Simon Rainer Schneider Reus. Es decir, SR SR.

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