Más que un libro, “Montevideo” es la invitación de un escritor a acompañarlo en su reencuentro con la literatura en medio de una crisis creativa, para salvarse a sí mismo. Sabe que, si se eleva, si se salva, la literatura estará, como siempre, a su lado. Recuerda que el poeta W. H. Auden, en un viaje en tren, iba metido en la lectura de un libro, sus amigos le gritaban que no se perdiera los paisajes y él les contestó: “Ya va, con una mirada
basta y sobra”.
Lo imaginado es más potente que lo real. Vila-Matas vuelve a sus comienzos. Cuando fue a París “con la anacrónica intención de volverse un escritor de la generación perdida”, como Hemingway. Por suerte fracasó, y se echó a vivir, y la literatura se asoma dentro de él. Esa literatura, que son todas las literaturas, de la que el gran escritor catalán no deja de hablar en toda su obra, con entusiasmo, placer o melancolía, contando de los que escriben y de los que no escribiendo son grandes escritores, de los famosos y de los olvidados, con citas , chistes y anécdotas. Ahora, tras tantos libros sobre todo eso, se siente sin palabras; además está enfermo. De pronto recuerda su visita a Montevideo y una pieza de hotel, que ilumina otras piezas, que abren a la curiosidad y el misterio. Recuerda “La puerta condenada” de Cortázar, con ese ¿inexistente? niño que llora al otro lado, y “Un viaje o El mago inmortal” de Bioy Casares con los ¿existentes? amantes frenéticos, y que todo pasa en la misma habitación 25 del hotel Cervantes, de Montevideo, al que Vila-Matas buscó visitar para rozar el lugar de lo fantástico que habían compartido, sin saberlo, esos dos grandes escritores. Y para él es, a la vez, ese buscado cuarto donde se expande la creatividad de un escritor. Si bien Vila-Matas se confiesa no cortazariano -su modo de encontrarse con la literatura a cada paso resulta borgiano- es muy de Cortázar el descubrir puertas, habitaciones, pasajes que llevan a otro lado, a saltar a París, Cascais, Montevideo, Reikiavik, San Galo, Bogotá. Vila-Matas, ya consagrado y ecuménico, es un viajero que lleva a visitar las creaciones más variadas. Explica que él escribe “desde un espacio que suelen ocupar los ensayistas, un yo literario visible, bajo el avatar de un narrador que cambia en cada libro para poder seguir”. Una novela que es una fiesta para quienes aman la literatura.