RENACER, DE ESO SE TRATA [por Barbara Galmés]

A Corvo se va por ir, dijo Tabucchi.

A Corvo se va por ir, dijo Tabucchi.

Vuelve el Vila Matas más creativo y original, tan metaliterario como siempre, como renacido y feliz, lleno de humor y, por supuesto de literatura. Compendia en esta novela-ensayo las características más significativas de su literatura y, lo que es lo mismo, de su estilo. Vila-Matas en estado puro.

Montevideo es un libro que abre puertas en distintas ciudades que, más que geografías, son ideas literarias: París, Cascais, Reikiavik, Bogotá. La idea nace del cuento “La puerta condenada” de Cortázar y se centra en la pesquisa por una habitación del antes llamado Hotel Cervantes y luego Splendid (en homenaje a Stephen King y a la habitación 237 del Overlook en El Resplandor). No hay propiamente trama (“Qué puede hacer uno en este mundo con tan pesado fardo como el de haberse posicionado contra las tramas en las novelas”), pero, como esqueleto que la recorre, el narrador protagonista, un yo narrativo, escribe que no escribe, que vive para escribir, aunque no escribía. Así se inscribe en una de las cinco tipologías que distingue y establece en esta novela ensayo: (1) la del escritor que no tiene nada que contar, que es lo que le ocurre a él en Barcelona; (2) la de quienes deliberadamente no cuentan nada no tienen nada que contar, que es lo que planea alcanzar; (3) la de quienes lo cuenta todo; (4) la de quienes esperan que Dios algún día lo cuente todo y (5) la de quienes se han rendido al poder de la tecnología.

Lo que nos va a contar son las pesquisas para entender las extrañas señales que percibe en puertas que dan a cuartos contiguos. Lo que nos va a relatar es su obsesión por comprender ese límite que no es otro que el que hay entre realidad y ficción, un límite difuso, difícil de comprender:

“De volver un día a escribir, mi nuevo libro trataría de un asunto invisible (…O lo daría por sobreentendido y por indescriptible (…) tan presente todo el rato, precisamente por indescriptible”.

En el Hotel Cervantes de Montevideo encuentra “el cruce entre lo real y lo ficticio”, oculto tras la puerta escondida tras el viejo armario de su habitación. Reivindica así el carácter ficticio de nuestra existencia.

Atravesado el libro de múltiples y ricas referencias literarias (el “Tristram Shandy” de Sterne, Nabokov, Melville, Borges, Cortázar, Sebald, Tabucchi, Kafka, Thomas Wolfe y un larguísimo etcétera), decide participar, “siempre muy oblicuamente, de la ‘literatura expandida’ de la gran Moore”. La finalidad de la estrategia que ésta pone en marcha es conseguir que el yo narrador/protagonista vuelva a escribir y, así, esta le dice, para finalizar la novela: “Te has convertido en los últimos tiempos en un escritor al que las cosas le pasan de verdad. Ojalá comprendas que tu destino es el de un hombre que debería ya estar deseando ELEVARSE, renacer, volver a ser. Te lo repito: ELEVARSE. En tus manos está tu destino, la llave de la puerta nueva.”

El tema pues es el del escritor renacido. El que afina su mirada y profundiza en su estilo, porque como dijo Nabokov “la mejor parte de la biografía de un escritor no es la crónica de sus aventuras, sino la historia de su estilo”. Quien, como su protagonista, consigue volver a escribir cuando le pasan cosas de verdad. Es, por lo tanto, una novela sobre la búsqueda del cuarto propio del escritor (una versión masculina de la “habitación propia” de Virginia Woolf), y sobre la configuración de su estilo, una novela que deleitará a la legión de lectores vilamatianos.

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