EL DÍA DE TODO EL MUNDO

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En la mañana del Día del Libro, me levanté con cierta energía y lancé una mirada furtiva al espejo. Una vez más, me vi igual de bestia que nuestros antepasados de las cavernas, pero con notables grados de neurosis contemporánea. Como a las 12 horas (sigue leyendo)

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