¿Estaba yo en el cuento de Cortázar?

16829399008257240037354401923851J. J. Maldonado, Revista Caretas, Perú: 

Después de leer a Enrique Vila-Matas, es imposible volver a leer otros libros de la misma forma, incluidos los libros del propio Vila-Matas.

 

“¿Qué hay tras la ventana?”, decía Roberto Bolaño en Los detectives salvajes. “¿Qué hay tras la puerta?”, dice ahora Enrique Vila-Matas con Montevideo. Descubrir ese misterio o, mejor aún, inventarlo, puntuará todo el relato en un ir y venir de reflexiones, conceptos y juegos en los que desfilarán nombres recurrentes en la obra del barcelonés: Herman Melville, Antonio Tabucchi, Laurence Sterne, Marcel Duchamp, Paul Valéry, etcétera.

Poseído por el arte de la digresión, al estilo Tristam Shandy, el narrador de Montevideo saltará de París a Cascais, de Cascais a Montevideo, de Montevideo a Reikiavik, de Reikiavik a Bogotá, de Bogotá a París. Y confundido entre el cruce de lo real y lo ficticio, se preguntará con algo de miedo: “¿Estaba yo en el cuento de Cortázar?”.

Maestro de la hibridación, Vila-Matas no duda en remezclar y relucir sus mejores armas: el ensayo, la cita, la crónica, las anécdotas maravillosas, las paradojas y los misterios burlones, lo fantástico, lo épico, lo hiperreal, todo un despliegue de recursos que, a través del humor, hace ingresar a sus lectores en la lógica de la ambigüedad y del enigma, pero también en la búsqueda de un estilo propio.

Como todas las novelas que forjan la galaxia Shandy, es Montevideo un libro lleno de puertas y umbrales, de accesos y aberturas, un libro en el que constantemente la realidad se hace ficción y la ficción se hace realidad. Y es siempre en este punto donde Enrique Vila-Matas resplandece y a la vez se divierte, pues nunca se sabe si nos está hablando en serio o está tomándonos el pelo, lo cual nos desplaza con mucha inteligencia entre el asombro y la carcajada.  Se ha dicho que Vila-Matas lleva años tramando, pensando o escribiendo el mismo libro una y otra vez, pero da la casualidad de que ese libro es tan bueno que lo único que ha hecho es legitimar, una y otra vez, el universo Shandy.

Montevideo es una prueba de ello y, también, es la prueba de que Enrique Vila-Matas nos ha enseñado a leer la literatura con otros ojos y, por lo tanto, a ver el mundo de manera diferente. Pues misión cumplida.

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