RIVERRUN [Adri Fauro se explaya a fondo acerca de las conversaciones de Anna María Iglesia y Vila-Matas]

002“Este es el resultado de meses de conversaciones, de un diálogo diario en el que he intentado captar al escritor y su universo”

Anna María Iglesia, Ese famoso abismo

Me resulta imposible colocarme en el rol de crítico literario porque no lo soy. Puedo engañarme pensado que persigo la idea de hacer literatura crítica para alejarme del cliché y no verme como un referente del elitismo, pero no sé si es verdad. Porque la crítica no existe, estamos rodeados de opiniones de gente que sobrevalora sus opiniones y poco más. Este texto tiene poco de crítica y mucho de búsqueda con la que explicar qué me interesa de estas lecturas. Intento estirar los libros que me envían para prolongarlos sin imponer mi opinión. Así nació Poscultura, como un sitio en el que no desperdiciar el tiempo con críticas rutinarias y en el que la ausencia de lectores sienta bien a quien escribe evitando que muera de aburrimiento. Tampoco soy escritor aunque vea las notas en los márgenes de los libros como un quitamiedos. De ahí surgen las ideas que he recorrido en este riverrrun* por Iglesia y Vila-Matas.

Llegué a Vila-Matas a través de ToteKing, así que cuando me hablan de Vila-Matas hablo de ToteKing. Él fue uno de mis referentes culturales durante la época de pantalones anchos, camisetas de baloncesto, botines Jordan y rapear en el skatepark. Anotaba todas los nombres que aparecían en sus temas para ir estudiándolos poco a poco. En parte, llegué a ciertos libros por sus letras y leí muchos paseando por la Fnac evitando a los dependientes. Tardé años en volver a Enrique hasta el prólogo de Búnker, donde sigue con su literatura referencial para explicar lo que tienen en común. En ese vacío entre ambas épocas descubrí a Anna María con La revolución de las flâneuses y leyendo sus artículos descubrí análisis más específicos de la obra del escritor.

Ese famoso abismo es la prolongación del interés de Iglesia por las referencias de Vila-Matas y hasta donde le llevan. Una extensión a cuatro manos -dos voces- de Historia abreviada de la literatura portátil, Bartleby y compañía, Chet Baker piensa en su arte y las publicaciones de su web -entre las que hay una entrevista suya al escritor en La Vanguardia sobre Marienbad eléctrico que parece el germen de Ese famoso abismo-. Todo libro nace de una obsesión. La literatura de Vila-Matas nace de las obsesiones. Ha conseguido hacer de ellas todo un campo de trabajo convirtiéndose en una fuente de títulos y personajes. Me encantaría coger alguna de mis obsesiones y volcarla en un libro evitando que esté estrechamente ligado a mí mismo. Borrarme “para dar lugar a un espacio literario compuesto de libros, recuerdos, citas, sueños…” como dice Iglesia.

Es fácil hacer que tu propia historia te aparte de la escritura y tender a sobrevalorar las cosas. Iglesia consigue evitar eso mismo con La revolución de las flâneuses, donde exprime la mirada sobre las que caminan como forma de insubordinación para convertirlas en observadoras. Ahora, con esta conversación infinita, pretende continuar profundizando en ciertas ideas sobre el autor y su obra pasando desapercibida para trabajar con ellas en paz. En ese allí de Walser, alejada, en ese afuera de Molloy que tiene mucho que ver con el “imaginary homeland” que “se vuelve homeland portátil”, obligando al lector a entrar para buscarle su propio sentido sin caer en el Error del que habla Céline. Quiere trabajar en esa mesa de Kafka que le descubrió Paula Massot. Por cierto, vivan las Paulas Massot de este mundo y con las que todos nos hemos cruzado en nuestras vidas y nos han llevado a “capturar lo ausente, lo que no se ve”.

“De ahí el carácter ensayístico de todos los textos vilamatianos, de ahí el ensayo como ejercicio de reflexión y contradicción, como punto de partida y nunca de llegada”

A lo largo de la conversación, Vila-Matas habla como alguien que viene de una época anterior a la de nuestra generación pero sus teorías están más cerca que las de sus coetáneos. Ya hablé de lo difícil que resulta el diálogo entre la vieja y la nueva escuela y las excepciones que voy encontrando. Su propuesta de ruptura en la literatura sigue siendo un vacío en el ahora. Se le intuyen las ganas de creer en el cambio, pero no cree. Aunque sí estamos en una momento de creación “acorde con el espíritu del tiempo, una literatura mixta” donde los límites ya no existen y se está borrando esa frontera entre realidad y ficción, todavía no hemos encontrado el cambio que perseguimos.

Es interesante saber que lo está diciendo teniendo delante a una de las periodistas y escritoras que forman parte de una generación que lo busca. Por eso, cuando hablan de Tote, Iglesia le dice que su relación es el ejemplo de que la literatura está encontrando nuevos espacios. Lo hace mezclándose con disciplinas como la música, algo que también dijo Luna Miguel en la última entrevista que le hicieron en El País (“Bad Bunny es literatura”), pero que no es suficiente. Esa ruptura trata debates muy próximos a Chet Baker y se repite constantemente dentro de cada una de esas dos partes en las que se divide: Finnegans y Hire, Spade y Cairo, Dr. Jeckyll y Mr. Hyde -Jess y Dean en Las chicas Gilmore-. En todas hay tensiones y contradicciones que nacen de la obsesión. La fijación que persigues y te persigue llevándote a veces a estar entre “dobles y dobles de esos dobles”. De dicha quiebra surgen también la de la linealidad temporal y, por ende, la de la concepción de narrativa como tal. Por lo que ese divorcio entre la narración y la realidad de la que hablan iguala a ambas como fragmentadas.

“-No sé si lo sabes, pero en su día se sospechó que Blanchot no existía, sino que era una creación de distintos escritores.

-Pero Blanchot existió; durmió, treinta años antes que yo, en la buhardilla que me alquiló Marguerite Duras.”

Con Ese famoso abismo, Iglesia hace recorrer a Vila-Matas sus propias ideas con la misma intención con la que las escribe mientras tú las lees pensando que pueden ser verdad o no. Cuando habla de Duras, siendo verdad, cuesta creerle por la sensación de fantasía que adquiere compartir espacio y tiempo con alguien tan imponente. Cuando habla de la aparición de Salinger en el autobús en Nueva York me recuerdo leyendo esa página y pensando en que cualquier día podía adelantarme Henry Miller en una BiciMAD y no me atrevería a hablar con él. Ahí reside todo mi interés en su trabajo, en la pelea constante entre realidad y ficción. En la impostura que supone la literatura para quien la escribe y la critica buscando huir de reglas absurdas. Todo es ficción, todo impostura, todo literatura. Un riverrun. Aunque no todo es escritura, tiene ese aire a Blanchot.

Es decir, sus trabajos confluyen en una cosa: la repetición. Si Tote dice “Vila-Matas me enseñó que uno escribe siempre lo mismo” e Iglesia le pregunta por la mala fama que tiene la repetición, se entiende que existe un punto medio en el que alguien con esa obsesión no escribe siempre lo mismo sino sobre lo mismo. Busca todas las aristas posibles que eso implica. De ahí surge una relación esencial: el rol de caminante. Los caminos que se recorren y las conversaciones que convierten las referencias en una forma de de comunicación esencial. Al final, después de leer y releer los libros que les unen se traza un riverrun bidireccional. Lo mismo que con la conversación que la escritora guía hacia lo inenarrable porque nada puede ir en una sola dirección: Iglesia me lleva a Vila-Matas, este a Toteking y viceversa.

“Si el trabajo de ficción crítica no me resultara difícil, me moriría de aburrimiento”

Enrique Vila-Matas, ChetBaker piensa en su arte


*Vila-Matas se refiere al riverrun, riocorrido o correrío en Chet Baker piensa en su arte cuando hace referencia a ciertos autores para recorrer su obra en un viaje circular y que se puede hacer en dos direcciones.

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