LA DECLARACIÓN DE UNA AUSENCIA [‘Sujeto elíptico’, de Cristian Crusat]

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En cambio, el Quijote se halla abarrotado de biombos. Creo que debería explicar esto: cuando afirmo que en el Quijote observo biombos en cada capítulo, quiero decir que Cervantes provoca una sutil división dentro del espacio mental del lector. Como recuerda Enrique Vila-Matas, el biombo –magnífico invento– permite dividir en dos espacios una sola habitación, invitándonos a diferenciar en ella dos áreas, las cuales son completamente artificiales. Aquí, por supuesto, la habitación es nuestra imaginación. ¿Y cuál es el principal hallazgo del biombo? Que oculta que hay un solo espacio. Nos hace creer que a un lado del biombo está la realidad y, al otro, la ficción. De un lado, los libros de caballerías; del otro, la rústica realidad manchega. Sin embargo, detrás de cada lado del biombo, como decía Tanizaki, la luz cae como suspendida del techo, espesando los contornos de la realidad, estilizando los de la ficción. Pues sucede que ambos lados del biombo forman parte de la misma habitación y de un mismo espacio. Cuando retiramos ese particular tabique japonés, las sombras inseparables de la realidad y de la ficción permanecen allí, engarzadas como los pétalos de un crisantemo, amalgamadas: trabándose, diluyéndose y confundiéndose sobre las paredes de papel de nuestra imaginación. Unidas»

(Cristian Crusat, Sujeto elíptico)

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