Vila-Matas EN ESTA BRUMA INSENSATA construye un espléndido artefacto literario a partir del duelo dialéctico que enfrentará a Simón, un ‘hokusai’, un archivador de citas, con su hermano Rainer, ‘Gran Bros’, un escritor de éxito en Nueva York y que mantiene su identidad oculta a lo Salinger. Simón, que trata de despojarse de la visión dramática del mundo que heredó de su padre mediante el distanciamiento de las cosas, mientras a su alrededor van desapareciendo todas las personas que le importan, narra en primera persona su desdichada relación con el triunfador de la familia, con el que se va a reencontrar al cabo de veinte años de relación meramente epistolar. Lo harán en una Barcelona que se ha convertido en un «espacio burdo y fanático», deslizado «por un innecesario sendero de aldea vietnamita».
La expectativa de su reencuentro le hará especular sobre la trascendencia real de su función como proveedor de citas, como el Perec particular de Rainer. «Yo era el tipo que le daba a la literatura de Gran Bros su marca de agua». Pero no sólo. Según avanza la narración, ‘ESTA BRUMA INSENSATA’ destila un compendio de sabrosas disgresiones sobre el acto literario y sus límites: el fetichismo de la originalidad, la angustia existencial de «creerse todo un escritor», las paradojas de la autoría (¿Ha contribuido sin saberlo Simón a la creación del personaje Pynchon?); que no hay distinción entre literatura de ficción y de no ficción porque la escritura transforma cualquier historia real, la modifica en cuanto la relata. «La no ficción cree estar copiando lo real cuando en verdad sólo está copiando la copia de una copia de una copia».
Simón, que entiende la literatura como reflejo de que la vida «es como una frase incompleta que a la larga no está a la altura de lo que esperábamos», también cavilará en su duelo con Rainer, salpimentado de anécdotas rebosantes acerca de la mezquindad del autor, sobre el derrotero de la literatura contemporánea, extraviada en un «pozo infecto» cuando quizás la aspiración debería consistir en la «desorbitada pretensión de perfumarlo todo con explosivos».