“Pero es verdad que escribir no consiste en levantar la mano hacia el cielo. Escribir no consiste para nada en bendecir. Escribir es bajar la mano al suelo o a la piedra, o al plomo, o a la piel, o a la página, y es anotar el mal”
(Este fragmento de LAS LÁGRIMAS, de Pascal Quignard, sería idóneo para abrir cualquiera de las novelas que componen EL REINO, de Gonçalo M. Tavares.)