SE ACABÓ LA ÉPICA

edición en Mansalva editorial de ‘Nosotros dos’, de Néstor Sánchez.

edición en Mansalva editorial de ‘Nosotros dos’, de Néstor Sánchez.

Se acabó la épica, un documental de Matilde Michanié –en el que participa Vila-Matas como testimonio secundario- analiza la deriva existencial y estética del escritor argentino Néstor Sánchez, el penúltimo bartleby.

“Hasta ahora sólo tengo misterio”, decía Matilde Michanié el año pasado, mientras terminaba de editar su documental Se acabó la épica, donde rastrea las derivas del escritor argentino Néstor Sánchez. Eso –el misterio– es lo que intenta atrapar la cámara a través de espacios, personas, voces. De flâneur en París a vagabundo en Nueva York, Sánchez fue una sombra que también pasó por España, Italia y las mesas del Gavilán en la Argentina, y tras ella, Michanié recorre calles, esquinas, salones de baile o destartalados vagones de tren para capturar una figura esquiva y misteriosa. “Sánchez convierte su marginalidad literaria y personal en una cuestión ética. Va tras de sí sin concesiones. Para mí es un raro ejemplo de fidelidad a la búsqueda profunda de lo que significa el compromiso real de un artista”, dice Michanié, que estrenará el filme el 26 de febrero, por ahora, sólo en la sala Gaumont. Se acabó la épica (una frase que repetía Sánchez cuando explicaba por qué había dejado de escribir) es una memoria coral de aquellos que conocieron a uno de los escritores más originales de la literatura argentina, un autor que hizo de su obra una manera de componer sueños o pesadillas. Impredecibles, violentos, musicales, los libros de Sánchez se construyen desde la improvisación, desde sus balbuceos, desde su vacilación, en busca de una libertad total. “El arte es siempre una pregunta y nunca una respuesta.” El “no saber” –queda claro en el documental– fue algo esencial en la vida de Sánchez. Y también queda en evidencia ese sin sentido que tenía la vida para él. “No hay ninguna posibilidad de consuelo” es, según su hermano Carlos que vive en Italia, la última frase de una novela que Sánchez escribió y luego destruyó. Esa novela tenía como título El arte de la fuga. TEXTO DE DIEGO ERLAN para Revista Ñ, Buenos Aires, febrero 2015.

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