El libro de Wilcock (La sinagoga de los inconoclastas) me devolvió la alegría, como solo pueden hacerlo las obras maestras de la literatura que al mismo tiempo son obras maestras del humor negro, como los ‘Aforismos’ de Lichtenberg o ‘Tristram Shandy’ de Sterne.
Roberto Bolaño.
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El escritor inusual, por Guadalupe Nettel