TODO ES LITERATURA («Esta bruma insensata», comentada por Iñaki Urdanibia)

820862-600-338 Los libros de Enrique Vila-Matas son como matrioskas que conteniéndose unas a otras, nos descubren pagos literarios y artísticos inesperados. Ahora nos presenta en su Esta bruma insensata a un protagonista cazacitas que se dedica a distribuirlas entre sus clientes escritores ( hasta se afirma, en un guiño humorístico tan propio del escritor, que se dice que surte al complejo y misterioso Thomas Pynchon), Simon Schneider recopila citas que necesitan sus clientes para adornar sus textos del mismo modo que se dedica a realizar traducciones previas que más tarde serán firmadas por traductores estrellas. Él se considera un hokusai, expendedor de citas; la solidez de su dedicación obsesiva iba acompañada hasta de una tarjeta en la que constaba bajo su nombre: proveedor de citas literarias, y hasta rizando el rizo añadía a mano: « Experto en la anticipación de frases y desde luego de traducciones: veterano traductor previo».

Quiso la casualidad que el primero en acudir a donde él en busca de ayuda fuera el Gran Bos, Rainer Bos, autor de algunas obras de éxito ( cinco novelas veloces de éxito ), que había cambiado de nombre, dejando de lado sus apellidos Schneider Reus, que coincidían con el de su hermano Simon Schneider que era el suministrador de citas y consejos estilísticos y estructurales. Si en la Ciudad Condal quien devendría escritor de éxito en Nueva York había pasado inadvertido por la flojera de sus novelas, al otro lado del charco se convirtió en un escritor de éxito, de culto, que era combinado con su cerrado secretismo: huía de la farándula del mundillo literario, evitando a la prensa y no dejándose ver por ahí, lo que elevaba la estima hacia los libros de un escritor oculto…La relación de asesoramiento , que Simon dudaba de haberla iniciado, resbalaba en la medida en que el facilitar al escritor de éxito citas ( para su novela más lograda nada menos que treinta y cinco)sentía que mientras el otro crecía, él, el verdadero artífice de las novelas presentadas por su hermano, iba quedando no sólo en el anonimato, sino que sentía que entraba en un imparable proceso de empequeñecimiento; a esto ha de sumarse que Rainer Bos le tratase de manera despectiva en sus misivas, llamándole asesor, subalterno, subordinado, der Gehülfe ( ayudante, en alemán), chupatintas, botarate, teórico críptico, y…hasta esclavo.

Además de vislumbrar, al leer las novelas, la presencia de su mano y de sus atendidos consejos, lo cual le inquietaba provocándole los dolores propios de las piedras en el zapato, por lo general le gustaban las novelas de su hermano, ya que en ellas se daban cambios repentinos de temas serios a frívolos, lo que hacía la lectura ligera, garantizando el éxito de tales libros que, en opinión de algunos, no hacía sino reflejar la marcha del mundo, respondiendo al modo de dibujar impresionista propio de un Monet; se da, por otra parte, un elogio de cierto distanciamiento que es el que facilita, según se expresa, la capacidad de aprehender el mundo en su autenticidad y posibilidad de ser narrado en su carácter fragmentario ( «amaba sobre todo a los escritores que, a partir del momento en que la literatura quedó establecida como un fin en sí misma – sin Dios, sin justificación externa, sin ideología que la sustentara, como un campo autónomo: una posición que empezó a forjarse con Flaubert y sobre todo con Mallarmé, e incluso antes de ellos- supieron asimilar sin problema su condición de impostores » . Los problemas surgen cuando la capacidad de absorber, parece sufrir serios problemas de encasquillamiento lo que hace que algunas citas queden incompletas, incertidumbre en fecha significativa: el 27 de octubre de 2017, siendo este alargado lapsus un caso aparte que le va a dejar bloqueado y sumergido en una búsqueda permanente de una cita sobre el infinito, y…empujado por esta búsqueda partirá del retiro en una casa desconchada de los acantilados de Cadaqués, en el caserón destartalado del Cap de Creus y y su ubicación- precisamente en aplicación de un singular estado de ubicuidad- en Portugal ( rememorando un viaje de juventud), el negro se devana los sesos en busca del final de la incompleta frase que se le resiste…del mismo modo que Rainer se planteaba en alguna de sus obras las dudas de si seguir escribiendo o dejar de hacerlo; y es cuando el suelo firme parece tambalearse cuando la creatividad ha de sortear la sequía y las dificultades para seguir adelante: o cesar o explorar nuevas vías. Las derivas entre los recuerdos de los tiempos pasados de la tía Victoria ( sin obviar la relación vertical impuesta por el Padre Schneider), y otros devaneos que se entrecruzan en los borrosos límites entre ficción y realidad, van desarrollando esta historia que se entreteje con varias otras, entre las que también hay cabida para los tiempos de declaración de la República catalana del parlament, su carácter ambiguo, virtual etc., y la aplicación al caso del dicho de Marx de que la historia se repite como tragedia y como farsa…y el escritor solo con su soledad y su sequía y hasta con tentaciones de deshacerse de toda creación anterior por la senda intentada más de una vez por el atormentado Blas de Otero; « yo deseaba sostener, con mi individualidad desesperada, una lucha contra la soterrada propaganda continua de los partidos, siempre en campaña electoral» [ a fuer de sincero diré que a pesar de la declarada indiferencia y distanciamiento del tema, puede verse por sus expresiones- tejamenajes, separatistas…- una posición definida , cada cual es cada cual, y es de perogrullo que la opinión de cada cual es la opinión de cada cual, con respecto a la cuestión catalana ¿ o española?]. Dos visiones enfrentadas del quehacer literario ( rebelión versus reacción): la creación ad infinitum, en una entrega a la labor sin límite y una tendencia a mantenerse en el anonimato, y la busca de la fama plegándose al negocio mercantil con todas las imposiciones del beneficio y las estrategias que ello supone, aunque con tentaciones a desaparecer. El encuentro en Barcelona, Rainer había acudido en compañía de su mujer , ¿ e inspiradora y ayudante?, Dorothy (el otro hermano buscaba a su esfumada Siboney; contatando, Simon, un asombroso paralelo, de algunas situaciones vividas con ella, con un cuento irlandés de Tóibí) dejará expuestas con nitidez las dos valoraciones de lo literario, aunque con titubeos y hasta con apariencias de cambios de papeles y valoraciones entre Rainer y Simon, y viceversa…« una oscilación entre dos conciencias : la que desea tener fe en la escritura y la que preferiría inclinarse por el desprecio y la radical renuncia – escribía un crítico con respecto a la obra de Rainer, para añadir que – se debate siempre en esta disyuntiva: ahora sí, ahora no, estoy dentro y estoy fuera, al mismo tiempo: sigo, no sigo ».

La habilidad narradora de Enrique Vila-Matas se desliza con una voz ventrílocua que son muchas voces ya que la inspiración y los préstamos, forman parte de cualquier narrador que se precie, ya que de la nada, nada surge en la página en blanco; y si el otro, Bernardo Atxaga dedicaba unas lúcidas páginas de elogio al plagio en su Obabakoak, el catalán nos entrega unos encendidos elogios del arte de la cita – con referencias explícitas a Georges Perec y Vladimir Nabokov- como uno de los componentes esenciales, sino el principal, de la creatividad literaria.

En la prosa de esta novela el escritor da muestras de su capacidad aglutinadora como si de un crisol se tratase, por el que se filtran distintas voces de escritores, en una dirección guiada por ciertas ansias pessoanas, visitando en este caso los problemas de la creatividad, del misterio de algunos escritores ( el modelo de los Pynchon o Salinger, y el grafitero Bansky planean por las paginas), y de los negros , anónimos, utilizados por algunas editoriales y por algunos escritores que se benefician del buen hacer de algunos éstos que trabajan en la sombra para que sus obras sean firmadas por la marca de autores consagrados, y la fama, el éxito, son otros de los temas que inundan las páginas. Una vez más como en él es hábito, Enrique Vila-Matas continua manteniendo en su quehacer, ese híbrido entre novela y ensayo ( evitaré nombrar la inevitable vena meta-literaria ), con un centro de gravedad sustentado en una sólida y fluida capacidad narrativa que conduce al lector a aprender sintiendo un ineludible deleite en la travesía …perlada con el característico y fino sentido del humor con que, por los bordes del delirio, avanzan las historias, que provocarán sonrisas cómplices a no ser que el lector tenga problemas gestuales o esté atacdo por alguna forma de seriedad de oficio … historias y cavilaciones que se dirigen por caminos que no llevan a ninguna parte, caminos del monte ( holzwege, de los que hablase Martin Heidegger), pero que visitan muchos, y conducen a espacios abiertos y claros ( a los claros del bosque se refería María Zambrano), que nos develan coloridos paisajes de la literatura, que van y vienen a/de lugares en los que nunca se ha estado, según diría Samuel Beckett. Buscando la vida y la claridad tras « esta bruma insensata en la que se agitan las sombras, ¿ cómo podría esclarecerlas?» ( Raymond Queneau).

Todo ello puede llevarnos a concluir que si la frase hecha afirma que tout le reste c´est litératture, en el caso de Vila-Matas no es aplicable tal dicho ya que su mundo, todo, es la escritura, la literatura… Enrique Vila-Matas, el oficio de vivir como escritura, como visita impenitente a los laberintos de lo literario…el viajero más lento guiado por el arte de no acabar nada, lo que para sus lectores, entre los que me incluyo, es una suerte y una esperanza, y que habrá más.

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