El que no sabe qué hacer con su vida mientras vive necesita una de sus manos para desviar un poco la desesperación por su destino -esto ocurre de un modo muy imperfecto-, pero con la otra mano puede tomar nota de lo que ve por debajo de las ruinas, porque ve cosas diferentes y en más abundancia que los otros; es sin duda, un muerto en vida, y a la vez el único superviviente, lo cual no presupone que no necesite las dos manos, y más, si las tuviera, para luchar contra la desesperación.
Franz Kafka en su Diario, 19 de octubre 1921 [enlazar con Emmanuel Bouju en APRÈS QUOI RIEN À DIRE.